Los
secretos de nuestra existencia la gran mayoría del tiempo se van evaporando a
lo largo de la historia, muchos de nuestros sueños no pasan más allá de debajo
de la almohada, quizá encontremos muchas preguntas, muchos porqués que nos
tengamos que llevar con nosotros hasta el último día, y posiblemente lleven
consigo la frustración de no haber conseguido las respuestas suficientes a sus
dudas. Pero ¿realmente todo debe tener una respuesta? Y ¿realmente estaremos
satisfechos luego de saberlas? ¡Oh, cariño! Esos ojos tuyos tan oscuros y
profundos como el mar al que temo sumergirme, me habla de tantas preguntas, de
tantas dudas… sigues mis brazadas hasta el punto del horizonte, donde
consideramos que terminan estas olas, pero sabemos que ese no es el fin, y
también sabemos: tu y yo, que este no es el fin de las especulaciones que nos
llevan a dejar las profundidades de tu mirada, para salir a flote por una
bocanada de aire, porque sí, es trágicamente poco el oxigeno que el mundo me
permite luego de callar tus labios con los míos. No lo resisto señor mío, mis oídos
se aturden cuando escucho tus miedos hacia mí ¿Qué no ves que estoy desnuda? He
desarmado cada articulación de mi frágil cuerpo, y sí… se que mi cuerpo no es
relevancia, pero estoy desvaneciendo la arena que rodea mi océano, o mi alma. ¿Son
las dudas las que están presentes o es mi voz la que no grita que te quiere?
Porque
te quiero, te quiero consumir hasta la última mirada de tus ojos cafés, oscuros
y fuertes; te quiero desbordar en lagrimas provocadas por haber reído toda una
vida por lo mínimo; te quiero arrancar la piel y dejar al descubierto tu ser;
te quiero hacer mío en el vapor de un té que compartamos antes de cerrar los
ojos, pero queriendo que no los cierres sino es para soñar, para creer, para
nacer de nuevo; quiero que te quieras por encima de mí, y que tu amor nunca esté
por debajo de la estrella más lejana. Quiero, quiero, quiero… tantas cosas,
que, sólo podría decir: que te quiero a ti, pero te quiero libre como las aves que
vuelan sobre nosotros, las que no se van, las que siguen sobre el mar, las que
no temen hundirse. Seamos así, disfrutemos de las aguas salinas y cristalinas que
salpican nuestro rostro, sabiendo que bajo las aguas fuertes habrán amenazas,
pero si hablamos de lo nuestro: no hace falta darle respuesta a las preguntas
que sólo quieren limitar nuestro rumbo, cuando el mar bravezca visitamos la
luna, cuando la luna no sea tan acogedora vamos a la orilla de una playa, y cuando
no exista nada: Sólo vamos, tu y yo.
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