domingo, 6 de enero de 2019

El mejor adiós.

Empieza una carta, para un final... Sí, una carta quizá, una confesión, un secreto no contado nunca o puede que te suene familiar.

Un día soleado, donde su mente soñaba tanto con sonreir, era sencillo sentir su nerviosismo al hablar, al ver como sus pupilas se dilataban de emoción, porque sería un estupendo día, pero... Alguien le dijo que no podría. Mejor adiós. 

La noche era tenue, la respiración se agitaba, le pesaba vivir... Esos días donde la vida te cobra deudas que no pediste, y sólo llamaba: un tono, dos, tres... Nadie contesta, nadie está. Mejor adiós. 

Hoy hubo sentimientos encontrados, ella amaba la vida en ese instante como nadie. El aire corría tan pez en el agua, tan sangre en el cuerpo, tan su amor correspondido. No llegó, no miró su cabello suelto que bailaba con su corazón. Mejor adiós.

Miraba su imagen rota en el espejo, pero... ¿Rota por qué? Si se veía bien, o ¿No? Puede que no, ellos dicen que no es suficiente, sus comentarios aturden sus oídos y aturde el amor que se tiene, que se tenía. Mejor adiós. 

Oh, querida mía, querida tú, o yo... Ha llegado el fin, sí: El mejor adiós.

Y es una carta de despedida, o de renuncia. Porque esa vida no la quieres, porque esa vida tuya o mía; no es precisamente vida. 

Vale, no te asustes. Sabemos que es momento de terminar, de culminar. Pero no la vida misma, no a ti, no a vivir. El mejor adiós hoy es dedicado a lo que en algún momento fue tu vida, pero no la correcta, no la que te hacía feliz.

El mejor adiós, para aquellos que dijeron no puedes, para el que nunca llegó por ti, para el que no estuvo, para el que no confiaba tanto en si mismo que quiso reflejar sus debilidades en ti. 

Anda, no necesitas cojer ese espejo para que veas un buen reflejo, ésta ya no es esa vida tóxica, esta es una buena vida, es tu vida. En donde la mejor relación la tienes contigo o conmigo... Vamos, que esa sonrisa será el mejor reflejo en medio de los ojos de los demás, y brillaras tanto que cegaras a aquellos que no saben mirar más allá de sus narices, de sus errores. Sí, porque son suyos. Todos querrán ensuciar el cristal en que se ven cuando te miran, porque ellos te recordaran lo que no es cierto, por opacar la verdad. Aquel que brilla con luz propia no necesita opacar la de nadie más.

El mejor adiós. ¿Quién eres tú? ¿Yo? Sí, somos la mejor versión. Y, no necesitas explicarle a nadie, porque existe el miedo, pero siempre seremos valientes de decirle adiós a las personas que restan, y reiniciar nuestra vida. Y volvamos a decir: Hola, soy yo. Realmente lo soy. 
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