viernes, 15 de septiembre de 2017

¿Abrir o cerrar los ojos?

Que increíble esos días en donde te levantas con ganas de todo, donde te sientes capaz de conquistar todo lo que te propongas sin importar los obstáculos que debas sobrepasar, que éxtasis la sensación de que eres irrompible y nada de lo que sucedió ayer, nada de lo que pase hoy o llegue a pasar mañana podrá impedir que subas hasta esa nube donde la vista no se compara con la de otros días, esos que amanecen nublados, como la vista empañada de quien está a punto de romper en llanto. 

Pero, todo lo que sube tiene que bajar ¿no?, tendemos a aferrarnos a cualquier luz de esperanza, sin darnos cuenta que los relámpagos también son luz, y olvidamos que posiblemente se desencadene la lluvia, el diluvio de una mirada que no se quería apagar, pero que se vio obligada a quedar ciega tras las verdades duras que nos enseña la vida, unas veces arriba sobre el viento y otras abajo sobre el asfalto, entonces dime ¿abrir o cerrar los ojos?   

lunes, 4 de septiembre de 2017

Papá.

Llegas a cualquier lugar, no importa si es la casa que visitas constantemente o aquella playa a la que nunca habías ido, aquella parada de autobús o aquella panadería a la que te mandan a las 5:00 pm porque es viernes y no queremos cocinar. La verdad el lugar es lo de menos, si existe la persona que comparte la mesa contigo, que te lleva en sus hombros a la orilla del mar, que espera que el bus arranque y te pide que llames cuando llegues, o que te espera con una taza de café cuando llegas con el pan, después de preguntar si tuviste cuidado al cruzar y dicc: Oye, tienes la nariz fría... Y al darte cuenta estas enrollada en sus brazos, esos que te hacen sentir  de nuevo, que te hacen libre y a la vez te devuelve las ganas de nunca correr de sus brazos. Porque aunque esté en cuatro paredes o en el otro lado del universo, a donde quiera que vaya el será mi héroe, mi padre, mi hogar. 

                                                                                                      El amor de mi vida. 

Un poco sobre mí y mucho sobre ti.

Pasan los días y siguen esas tardes lluviosas, húmedas y a la vez calurosas que inhalan el humo del café o té, como lo prefieran muchos. En estos días, la mayoría noches, atardeceres y momentos donde la neblina opaca la estación del tiempo, el frío invade los dedos de mis manos y hace un recorrido que conecta directa o indirectamente con mi alma, me rodea el silencio y las gotas casi transparentes que salpican en mi ventana, traen consigo el viento de las palabras que inundan mi mente y llenan el vacío que otros días como hoy han dejado, días como hoy o diferentes, pero en todos me siento a imaginarte, a esculpirte con el pincel de mis abrazos y definir en tu piel cada letra que me carcome el corazón o tu corazón, ya no se si siga siendo mío, puede que de tanto anhelarte sobre mi cuaderno y resucitarte en cada palabra que plasmo, te he entregado de a poquito las piezas que he reparado, las que se salvaron… No estoy segura de si funcionen, pero aquí estaré perfeccionándolas a cada borrón un lápiz nuevo, y aquí estaré recorriendo la figura de tus ojos, los que me inyectan la cafeína suficiente para mantenerme despierta y seguir escribiendo en días como hoy o cualquier otro, sobre ti, de ti o para ti, no lo sé.
La lluvia sólo llega sin darnos más que señales de relámpagos y solo llegas sin hacer ruido, y lo sé, sé que es la hora, que te encuentras aquí cuando junto a cada trueno que grita el cielo mi pecho se contrae en dirección al viento y millones de descargas van repartiéndose sobre mi “hipotálamo”, especial definición lo sé, pero alguien una vez me dijo que era científicamente la glándula que involucraba nuestras acciones involuntarias, y créeme, nunca estuvo en mis planes convertirte en la estructura de mis palabras ni en las ideas de mi imaginación, y así como el hambre o la sed, fue totalmente involuntario hacerte mío en cada una de mis líneas, y hablo de pasado porque hoy por hoy cualquier acción desde las comillas de una letra, hasta el punto de tu piel desnuda, cariño mío, todo es a propósito. Ojalá el tiempo pasara tan pulcro como la lluvia entre mis dedos, o tan real como mis brazos entrelazándote, pero ahora sólo quedan charcos en el frío cemento y recuerdos de tu risa que planteo escribir, y como muchos de otros momentos perfectos o casi perfectos, no son eternos y para muchos dejan de existir.

Conocerme...

Es cierto que nosotros mismos le colocamos “peros” a la vida, que todo simplemente se vale en arriesgar y ya, pero ¿qué pasa cuando te has arriesgado tanto?
Cuando has colocado en esos corazones vacíos los trozos quebrados del tuyo, lo piensas dos veces antes de tirarte al vacío, aunque contigo cariño mío sucede algo muy irónico, me das la valentía de lanzarme desde lo más alto, pero no quiero apresurarme… Quiero asegurarme que nuestro vuelo sea eterno, quiero coser mis alas con hilo de hierro para no temer a que se rompan. Aunque no lo notes, soy diferente a cualquier ola del mar que hayas navegado, se que es cierto que mi alma vive en desequilibrio y que mi mente se pierde en el abismo cuando estás a mi lado; pero lo soy, soy diferente a cualquier otra chica a la que hayas llevado de la mano o a la cual hayas abrazado por más de un minuto, aunque sientas en mis labios la sed de los tuyos o en mis dedos palpitar la curiosidad de tu piel, en mi interior revolotea una niña llena de miedos que se esconde tras la guarida de sus heridas más profundas.
Podrás sentir el calor de nuestra cercanía, la cual provocas ¿o yo?, la química, la fricción, en fin; te doy la libertad de llamarlo como quieras, aún así me preguntan ¿Por qué no te arriesgas? Sólo puedo responder: lo estoy haciendo, estoy arriesgándome a que me conozcas, a que descubras la llave de esa guarida donde hace tiempo me escondí, me estoy arriesgando, sí, a que realmente veas que soy diferente a esas que solo han querido desgarrar tu camisa, y yo en cambio quiero desgarrar tu alma, quiero que averigües cada tonalidad de mis ojos, cada gesto inspirado por ti, cada suspiro que me robe el aliento y quiero conocerte a ti, quiero saber la verdadera fachada de tu espíritu, quiero acariciar las cicatrices del pasado, quiero besar tu frente y protegerte.
Este es el peor riesgo que podemos tomar, conocernos. Una vez que lo hagas tendrás dos opciones, darme las gracias e irte, o ser valiente de coser tus alas y volar conmigo. El peor riesgo está pasando sobre nosotros, muéstrame quien realmente eres cariño, es ahora o nunca, quiero quererte por tus raspaduras y no por un fino envoltorio. No le tengas miedo a mis monstruos, si sabes domarlos, ellos te cuidarán tanto como yo.
Porque soy diferente pequeño, un mar lleno de olas, pero no con la misma salinidad.http://poemame.com/story/relampago-nuestra-amistad

domingo, 3 de septiembre de 2017

El relámpago de nuestra amistad

Era vida, andar por la calle sin vociferar en las dudas de llegar a casa y no saber si te siguen queriendo como la mañana anterior, porque no era necesario estar en casa, en la plaza, en cualquier avenida o aún así si te encuentras perdido, podía cerrar los ojos sin temer a su ausencia al abrirlos y correr como si el viento me llevase; como si nadie fuera detrás de , pero confiando en que él seguía cada uno de mis pasos. Desde la infancia he sabido que no fluyen en mi muchas palabras, al menos no es mi voz la que explote en sonidos de increíbles historias que todos gustan oír, más sin embargo él se sentaba a escuchar mi silencio y cuando menos lo imaginaba, sin darnos cuenta estábamos inundados de tormentas y relámpagos que arrastraban nuestras vidas, nuestros sueños y aquello de lo que odiábamos el tan solo hecho de recordar, lo coloreábamos de experiencias, unidos en una sola melodía… Sonrisas. Risas, tantas que recuerdo mi mirada borrosa, llenas de lágrimas y aquel dolor en un costado del estómago que solo te advertía no poder parar de reír, y era cierto, yo no soy de muchas palabras, pero él si era de quienes te invadían el alma, y cuando te das cuenta estás hablando de aquella cicatriz que llevas en la rodilla, o aquel tatuaje que prometiste hacer en su nombre, terminas contándole todo aquello que te carcome el espíritu, aún cuando el ni siquiera te ha pedido una sola palabra. El podía hacer eso y mucho más. ¡Vaya! ¡Si que lo quería! Su amistad ha sido tan grande, que “amistad” se quedaba corto, él era parte de mí, de mi familia, de lo que era y lo que quería ser. Pero ¿Quién era yo para saber o adivinar lo que significaba para él? Nadie, simplemente nadie. Y así como acostumbra la gente, se fue, ya no estaba esperando mi llamado en cualquier lugar, ya no me exigía que le avisara en donde me encontraba, ya no se preocupaba, ya no me buscaba, ya no habían lágrimas por consecuencia de risas, sino, lágrimas de ausencia, ahora reinaba el silencio; ese que duele, sollozos por quien se va así como cuando no quieren que te des cuenta, tan lento como el atardecer que nos hace ignorar en que momento llegó la noche, pero querido amigo, tratabas con alguien a quien no le importaría contar estrellas, y más aún a quien le importabas. Podías irte lo más lento que quisieras, pero dime ¿Cómo no darme cuenta que tu lugar estaba vacío? O quizá era mi corazón. Pero es que ¡Qué maldita costumbre la mía de aferrarme a estas cosas! 
Pero era la vida, y lo sigue siendo, quien le abre la puerta a quienes no me apetece, y una vez adentro les abre todas las ventanas por donde puedan escapar. Eso hace, en el momento en que sabe que ya estas marcado, que no podrás olvidar. Continúas, porque en algún lugar eso fue lo que él hizo, continuar… Solo, que olvidó llevarme.

¿Es válido rompernos de vez en cuando?

¿Es justo tener que tocar el infierno para disfrutar la plenitud del cielo?
Quizá cuando somos felices, nuestra mente viaja fuera del plano real, puede que lleguemos a un punto donde nuestro cuerpo necesita sentirse vivo, recordar que puede sentir... Pero, ¿por qué esa manía de estimularlo a través del dolor?
Bien claro está que nuestros neurotransmisores experimentan el masoquismo. Podemos olvidar fácilmente aquel día de hace cinco años en que tu mejor amiga no contestó tu mensaje, o que la persona que te gustaba olvidó tu cumpleaños, podemos borrar imágenes de aquel baile donde te tomaron delicadamente de la cintura o aquel último  -Te quiero- que no escupieron tus labios.
Somos capaces de olvidar situaciones momentáneas, pero... ¡vaya que es jodido borrar lo que nos hizo sentir!. Cinco años después experimentas un vacío inexplicable, donde tu mente no recuerda un porqué, asumes que estas volviéndote loca/o. Mientras rompes frente a ti el espejo que proyecta la solubilidad de esas lágrimas a las cuales no les encuentras explicación.
http://poemame.com/m/prosapoetica/valido-rompernos-vez-cuando
Sí, la teoría es algo confusa y te preguntarás: ¿Cómo puede doler algo que ya si quiera recuerdas? Resulta, que podemos cohibirnos de imágenes abstractas de nuestro pasado, sin importar si fue hace una semana, o hace dos años atrás, a lo largo de nuestra vida hemos construido un cajoncito de sentimientos reprimidos, aquello que no dijimos y/o demostramos. Donde posiblemente guardamos: aquél vacío por el mensaje que nunca llegó, la decepción de la persona que nunca apareció, la frustración por dejar ir aquella pieza de baile, y ese -Te quiero- que aún llevas ahogado en la garganta y ya es tarde para decirlo.
Pasa, que es necesario rompernos a veces; nuestro cuerpo, nuestra mente y posiblemente nuestra alma saben y comprenden que para cruzar ese muro de concreto que te obstaculiza el camino, es obligatorio romperlo, es necesario rompernos... Porque somos nosotros mismos las barreras de nuestro destino.
-Rompe tus esquemas-
-Rompe tus vacíos-
¡Grita aquello que callaste! Aunque nadie te escuche -te escuchas tú- y no entablarás mejor conversación que esa. Deja ya el miedo de quebrarte por un rato, unas horas, unos días.
Porque aquello que podemos romper, es justamente lo que podemos usar para construir algo nuevo.
(Se repitió ella, mientras dibujaba en el espejo un boceto distinto de si misma.)
                                                                                      Yuri Esmeralda.