lunes, 4 de septiembre de 2017

Un poco sobre mí y mucho sobre ti.

Pasan los días y siguen esas tardes lluviosas, húmedas y a la vez calurosas que inhalan el humo del café o té, como lo prefieran muchos. En estos días, la mayoría noches, atardeceres y momentos donde la neblina opaca la estación del tiempo, el frío invade los dedos de mis manos y hace un recorrido que conecta directa o indirectamente con mi alma, me rodea el silencio y las gotas casi transparentes que salpican en mi ventana, traen consigo el viento de las palabras que inundan mi mente y llenan el vacío que otros días como hoy han dejado, días como hoy o diferentes, pero en todos me siento a imaginarte, a esculpirte con el pincel de mis abrazos y definir en tu piel cada letra que me carcome el corazón o tu corazón, ya no se si siga siendo mío, puede que de tanto anhelarte sobre mi cuaderno y resucitarte en cada palabra que plasmo, te he entregado de a poquito las piezas que he reparado, las que se salvaron… No estoy segura de si funcionen, pero aquí estaré perfeccionándolas a cada borrón un lápiz nuevo, y aquí estaré recorriendo la figura de tus ojos, los que me inyectan la cafeína suficiente para mantenerme despierta y seguir escribiendo en días como hoy o cualquier otro, sobre ti, de ti o para ti, no lo sé.
La lluvia sólo llega sin darnos más que señales de relámpagos y solo llegas sin hacer ruido, y lo sé, sé que es la hora, que te encuentras aquí cuando junto a cada trueno que grita el cielo mi pecho se contrae en dirección al viento y millones de descargas van repartiéndose sobre mi “hipotálamo”, especial definición lo sé, pero alguien una vez me dijo que era científicamente la glándula que involucraba nuestras acciones involuntarias, y créeme, nunca estuvo en mis planes convertirte en la estructura de mis palabras ni en las ideas de mi imaginación, y así como el hambre o la sed, fue totalmente involuntario hacerte mío en cada una de mis líneas, y hablo de pasado porque hoy por hoy cualquier acción desde las comillas de una letra, hasta el punto de tu piel desnuda, cariño mío, todo es a propósito. Ojalá el tiempo pasara tan pulcro como la lluvia entre mis dedos, o tan real como mis brazos entrelazándote, pero ahora sólo quedan charcos en el frío cemento y recuerdos de tu risa que planteo escribir, y como muchos de otros momentos perfectos o casi perfectos, no son eternos y para muchos dejan de existir.

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